Mi forma de verlo:

Podríamos pensar que la capacidad de aprender se rige por esta fórmula: depende de una habilidad -que podríamos asumir como innata- más el esfuerzo; el empeño que le pongo.

Pero esta simplista ecuación tiene dos variables importantes que no se contemplan.

La primera, esta habilidad "presuntamente innata", sin interés, sirve de poco. La buena noticia es que podemos llegar a interesarnos por casi todo. La mala es que, más que el interés, influye nuestra creencia de si vamos a ser capaces o no de aprender, la bien llamada autoeficacia. La creencia en la autoeficacia modula el interés; "me intereso por las cosas que creo que se me dan bien, y pierdo el interés por las cosas que creo que no se me dan bien." Al lorito con esto.

La segunda, el esfuerzo influye y mucho, pero hay que esforzarse bien, "productivamente". Hay mucho esfuerzo que queda en terreno baldío, ya que nos empeñamos pero nos empeñamos mal. Y no hay nada que genere más frustración que esforzarnos y no ver florecer los frutos de nuestra dedicación. Por eso es importante aprender a aprender.

¿Y cómo se aprende?

Héctor Ruiz Martín, experto en neurociencia y psicología del aprendizaje, ha escrito varios libros intentando explicar cómo funciona nuestro cerebro a la hora atesorar el aprendizaje, el último publicado en 2021 Aprendiendo a aprender. Aquí una entrevista para ir abriendo boca.

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