- Mi forma de verlo: El concepto de kaizen se forma a partir de dos ideogramas japoneses: kai (que puede traducirse como “cambio”) y zen (“beneficioso”). Como filosofía, el kaizen promueve una mentalidad en la que los pequeños cambios incrementales crean un impacto a lo largo del tiempo. Un sistema de mejora continua en el que las pequeñas, pero constantes mejoras, acumulan tras de sí grandes beneficios a largo plazo.
Dar pequeños pasos que acaben sumando. Pasos tan pequeños que ni tu mente y por alias tu cuerpo, puedan negar. Un 1% de mejora diaria, es mucha mejora a lo largo del año.
Nuestro cerebro es maravillosamente plástico y estamos altamente predispuestos al cambio, por eso nacemos inacabados para poder desarrollar la capacidad de adaptarnos a las circunstancias externas. Pero a su vez, paradójicamente, nuestro cerebro es altamente resistente al cambio. Cambiar, aunque cambiar implique mejorar, conlleva implícitamente hacer algo nuevo y por lo tanto distinto a lo que ya conocemos. Hay que esforzarse.
Ese aprendizaje novedoso requiere de un desgaste energético que nuestro cerebro quiere evitar a toda costa. ¿Por qué hacer algo que ya sabemos hacer (aunque lo hagamos mal, pero de forma automatizada y sin esfuerzo aparente) de otra forma (aunque sea mejor, mucho mejor para ti)?
Tu cerebro se va a resistir a toda costa.
De ahí la importancia de lo que yo llamo la Unidad Mínima Necesaria. Mínima, porque es tan mínima, tímida y prudente que no nos cuesta demasiado esfuerzo realizarla, no nos podemos negar; necesaria, porque está vinculada al inevitable deseo de mejora. La suma de muchas unidades mínimas necesarias, llevan al implacable cambio.
Se trata de desmenuzar tanto el cambio, que parezca imperceptible, también para el cerebro, así pasa desapercibido y lo deja de ver como una amenaza.
Antonio Liu Yang no solo habla de Kaizen, también de Kintsugi, de Bushido, de Guanxí y de Hansei. Filosofías orientales, todas ellas muy orientadas a la práctica del bien vivir, con una vertiente eminentemente práctica, maneras de entender el mundo que en occidente deberíamos revisar con urgencia.Sigue leyendo, Antonio te lo cuenta. - Recopilación:
Antonio Liu Yang, facilitador intercultural especializado en las relaciones España-China.
Tengo 42 años. Nací en Pekín, China, y vivo en València. Casado, tenemos dos perros y acogemos gatos. Licenciado en Derecho, soy formador de grandes empresas en habilidades blandas de comunicación intercultural. En las últimas elecciones voté a Pacma, justicia social y ecológica. Todo ocurre por algo.
En continuo aprendizaje
Liu Yang es un hombre práctico; cuando llegó a España, a los 10 años, como todo el mundo se hacía líos con su nombre, que en realidad es Yang, ya que en China ponen delante el apellido, decidió bautizarse como Antonio para facilitar la comunicación. Como facilitador intercultural entre España y China ha sido profesor invitado en una decena de másteres relacionados con Asia y formador en grandes multinacionales. Participó como conferenciante TEDx en el 2017, es cofundador de la Academy for Diversity and Innovation, donde imparte formación intercultural, y es director del Instituto de Sabiduría Oriental Aplicada desde el 2022. Para solucionar problemas personales decidió compilar lo mejor de la filosofía china para que pueda ser aplicado de manera práctica: el resultado es Yūshūdō, el camino de la excelencia (Conecta).
Qué debemos aprender de la filosofía oriental?
La parte práctica me parece lo más esencial.
¿Por dónde empezamos?
Por las 15 claves para alcanzar la excelencia: cinco para mejorar tu cuerpo, cinco para mejorar tu alma y cinco para mejorar tu mente como herramienta de trabajo.
Empecemos por el cuerpo.
Después de muchos intentos he perdido 20 kilos. Apliqué, y recomiendo, la filosofía kaizen, la mejora continua, dar pequeños pasos que acaban sumando, y son tan pequeños que tu mente no los ve como una amenaza.
¿A la mente no le gustan los cambios?
No. A mí lo de caminar no me iba, pero empecé con 1.000 pasos al día, fui subiendo poco a poco y en un año he llegado a los 10.000 pasos. Otro ejemplo: para aprobar el examen oficial intermedio de chino debes aprender 300 palabras, es complicado, ¿pero y si aprendemos una sola palabra al día?
Muy razonable.
Se trata de desmenuzar objetivos. Nadie tiene tiempo de aprender chino, pero sí de aprender una palabra al día. Yo hago cuatro minutos de ejercicios físicos muy básicos, es mejor que nada. El fengshui también ayuda.
¿Cómo?
Tú tienes unos objetivos, en mi caso era perder peso, y me ayudó acondicionar el espacio. Como me pasaba muchas tardes en el sofá delante de la tele con la mesa llena de snacks, cambié la tele de sitio para romper ese hábito.
Pensaba que el fengshui era una cuestión de arquitectura y orden.
Todos los grandes edificios chinos se construyen bajo sus normas, incluso Donald Trump tiene asesores de fengshui para sus hoteles. Pero yo aplico fengshui kaizen : me encanta el arroz blanco, pero me engorda, así que lo pongo detrás de la quinoa, las lentejas y los garbanzos para recordarme que ellas van primero.
Sigamos con sus prácticas sutilezas.
La meditación zen, unos minutos poniendo tu atención en la respiración. Yo tuve que aprenderlo a la fuerza tras un ataque al corazón. El zen me ha ayudado a tener una mente mucho más despejada y calmada. Cinco minutos al día me han cambiado la vida.
¿Cómo mejorar el alma?
El kintsugi, arreglar un objeto roto resaltando sus grietas con oro, ayuda. ¿Cuántas veces nos rompemos y ni siquiera nos paramos a reflexionar? Esa acumulación nos envenena. Has de tomarte tu tiempo para recomponerte y revestir de oro tus cicatrices.
De acuerdo, ¿pero cómo se hace eso?
Primero, no te rompas en mil pedazos, haz caso a las alertas que te ofrecen el cuerpo y la mente, pon atención a tu entorno, a qué es lo que no funciona. Y si aun así te rompes, busca ese pegamento que te va a ayudar a juntar los pedazos, desde un amigo hasta un profesional. No te pierdas, aférrate al bushido.
¿El código ético de los samuráis?
Busca tus valores, haz una lista de siete valores y pregúntate si los traicionas. Benjamin Franklin tenía una libreta donde apuntaba a diario si había respetado sus valores o si había traicionado alguno, así consigues saber si tu alma está alineada con tu vida.
Todo requiere trabajo.
Hay regalos como el arte del guanxi, un sistema muy chino de conocer a gente, porque somos la media de las cinco personas con las que pasamos más tiempo. Si te rodeas de personas vitamina vivirás con energía, si te rodeas de gente tóxica te volverás tóxico. ¿Sencillo, no?
…
Un proverbio africano dice que si quieres ir rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado. Y no olvides que saber escuchar es el primer paso para comprender, y comprender es fundamental para seguir aprendiendo.
La mente, ¿cómo cultivarla?
En chino decimos: vivir hasta viejo, aprender hasta viejo; en continuo aprendizaje. Y no puedes aprender nada nuevo si ya crees saberlo todo. Yo aplico el kung-fu al aprendizaje. Según si eres alto o bajito el kung-fu que practiques será diferente, ocurre lo mismo con la mente y el aprendizaje.
Cada cual a su ritmo y manera.
Yo aprendo haciendo, otros memorizando. Encuentra tu manera de aprender, para ello debes conocerte a ti mismo: obsérvate, fíjate en lo que te gusta y en lo que no te gusta, en lo que te conmueve.
Entiendo.
Es muy recomendable escribir un diario, practicar el hansei, la autorreflexión, la introspección, qué ha salido bien hoy y qué no: ¿he cumplido con mis objetivos del día?, ¿por qué no?, ¿he puesto en práctica mis valores?
¿Eso es lo que se pregunta cada día?
Y también si he hecho suficiente ejercicio, lo que no se puede medir no se puede mejorar. Un diario permite apreciar tus progresos y corregir tus errores con un plan de mejora.
- Fuente:
- La Contra de la Vanguardia, por Ima Sanchís,
“Recomiendo la filosofía ‘kaizen’: pequeños pasos que van sumando”
- La Contra de la Vanguardia, por Ima Sanchís,