Si cambiar es una tarea difícil, imaginar un proceso de cambio en una lengua distinta de aquella en la que piensas, sientes y te relacionas no es más que añadirle dificultad a un proceso ya de por sí arduo.
Pensamos (¡y soñamos!) en la lengua en la que solemos comunicarnos. Si a ese proceso de conversión de los pensamientos al lenguaje verbal estructurado, además tenemos que añadirle la complejidad y el desgaste energético de traducirlos a una lengua no materna, podemos perdernos en la imprecisión y dificultar la intimidad necesaria para poder trabajar juntos.
Yo no hablo tu lengua materna a la perfección, pero tú sí. Así que deja que sea yo la que haga el esfuerzo de convertir mis ideas a un lenguaje foráneo, para que tú simplemente puedas concentrarte en desgranar tus pensamientos en un lenguaje conocido y familiar.
Las sesiones pueden ser presenciales u online, en Español, Inglés, Catalán y Francés.