Un cerebro más atento es un cerebro más feliz, más pausado, más en paz. Más atento en lo único que es veraz y real, el aquí y el ahora.
De los 70.000 pensamientos diarios que podemos tener, la mayoría son cháchara mental y nos suceden sin elegirlo; son automáticos e inconscientes y, desgraciadamente, poco productivos. Son un ruido percutivo e incómodo, constante e implacable.
Nos pasamos el día surfeando entre planteamientos que viajan al pasado -a la culpa, a la nostalgia- y la ansiedad e incertidumbre del futuro. Naturalmente, casi nunca estamos en el aquí y el ahora. Nuestra red neuronal se encarga de ello. Nuestro poderoso inconsciente maneja la jugada sin pedir permiso.
Por eso, para estar presente, hay que forzarlo, ya que biológicamente no tenemos esta tendencia. Hay que provocar estar plenamente aquí, desde la decisión consciente. Buscar el silencio, la soledad y practicarla.
Forzar nuestra atención dispersa a ubicarse en lo único que tenemos, el ahora.
Hay que elegir, parar, centrar, para poder estar, como el observado de la realidad que somos. ...