Siento, por lo que pienso. No al revés.
La emoción está absolutamente vinculada a tu subjetiva, reduccionista y, a la vez, burda interpretación de la realidad. Dependiendo de lo que "lees" que pasa, acabas sintiéndote.
Cómo pensamos, bajo qué lentes vemos la vida y cuál es la historia que nos contamos es lo que fundamenta cómo nos vamos a sentir. No es que la realidad sea lo de menos, pero casi. Tu felicidad va a depender de cómo interpretes esa realidad, no de la realidad en sí misma. Si quieres alcanzar esa serenidad que tanto anhelamos, hay que aprender a pensar, bien.
Tal y como dice Ferran Salmurri cuando nos sentimos mal, "En lugar de mirar a tu alrededor en busca de quién o qué es lo que te hace sentirte mal, mira lo que ocurre en tu cabeza: qué percepción debes cambiar". Simplificando: ¿Qué milonga te estás contando? Y ¿De qué te sirve?
Eso no quita, que también hay que aprender a pensar bien de uno y hacia uno. Cuestionar la identidad narrativa que te has ido formulando hasta llegar a creértela y ponerla en
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