• No os voy a negar que, desde mi completo desconocimiento, trabajar en La Contra de la Vanguardia junto a Víctor Amela, Ima Sanchís y Lluís Amiguet, se me antoja como uno de los escenarios laborales más atractivos que me puedo imaginar. 

    Pero, en este caso, yo a la entrevista a Roberto Canessa la hubiera titulado de otro modo, disculpen el atrevimiento. 

    Sin desvirtuar la "gratitud" (que está muy bien y es imprescindible para una vida digna de ser vivida), pero “cada cual tiene que tener la valentía de hacer lo que pueda con lo que le ha tocado” me parece una frase sublime, digna de recordar y a la que acudir, de tanto en tanto.

    Esta vez no hay resumen, aquí toda la entrevista publicada, ya que no hay nada que se diga que se pueda desechar o condensar mejor.

    Y si mi elección no te seduce,

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  • Las creencias son nuestras certezas necesarias, sin ellas, nos sentiríamos desvalidos ante un mundo, en principio, incomprensible y sin sentido. Son nuestra constelación de la realidad y conforman la base de nuestra identidad.

    Para poder comprender el mundo -o al menos asignarle un sentido imprescindible (sin él no podríamos navegarlo)- interpretamos nuestras experiencias, generalizando, sesgando, eliminando y distorsionando la realidad a nuestro favor para poder atribuirle un significado. Son parte de un proceso adaptativo inevitable, por eso son dicotómicas, agrupan las experiencias en positivas y negativas, para calcular riesgos y predecir resultados derivados de nuestras decisiones.

    Es nuestro orden necesario para ordenar el ininteligible mundo. Y si lo crees, es: "Algunas personas pueden sufrir ataques de asma ante flores de plástico, si creen que son verdaderas".

    Pero hay que tener en cuenta que dirigimos nuestra energía dónde dirigimos nuestra atención. Solo somos capaces de ver lo que queremos ver, y solo registramos lo que las confirma eliminando, o menospreciando lo que no.

    El problema deriva en que mientras

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  • A estas alturas del partido, siento ser la portadora de tal noticia, pero ya iba siendo hora de poner las cartas sobre la mesa: La realidad no existe.
    Lo que tú consideras realidad, es tu realidad, y solo tuya. Lo que viene tratando de explicarnos el constructivismo radical (Paul Watzlawick, La realidad inventada, 1981). 

    Aunque ya lo decía Kant: "La realidad no se encuentra fuera de quien la observa, sino que en cierto modo es construida por su aparato cognitivo".

    Vemos lo que queremos ver, o lo que podemos. Nuestra percepción es selectiva y por tanto nuestra realidad también lo es. Vemos a partir de quiénes somos, de nuestro contexto y del cúmulo de experiencias que

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  • Ya hemos comentado en varias ocasiones, que la realidad en sí no existe.

    Nuestra percepción no es más que la aproximación a la realidad desde nuestro punto de vista singular, influido a su vez por nuestra experiencia, nuestras circunstancias y nuestras creencias.

    Todos poseemos nuestro particular mapa del mundo. Cada uno de nosotros tiene sus historias sobre cómo son las cosas y cómo se supone que deberían ser.

    Para justificar, y corroborar, nuestra sesgada mirada nuestro cerebro, de manera inconsciente, realiza maniobras como puede ser la generalización de experiencias elevándolas a la categoría de criterios, la omisión de datos o la distorsión de lo percibido para ratificar que nuestra subjetiva visión del mundo es funcional y lógica.

    ¿Entonces, qué implica reencuadrar la realidad?

    Reencuadrar implica
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  • "El cerebro humano es posiblemente la obra de ingeniería imperfecta más impresionante que exista". Y es que en su función primordial y fundamental, la supervivencia, es muy eficiente, impecable. Pero a pesar de su maravillosa eficacia para mantenernos vivos (o precisamente por ella) es altamente impreciso si lo medimos con la vara de la razón.

    Y es que no somos ni racionales ni analíticos por defecto, sino que nuestro cerebro juega a favor de la preconcepción de la realidad de cada uno, para justificar y ratificar, lo que de antemano creemos que es verdad. Todos nosotros procesamos la información de una manera diferente, distorsionada y parcial, justamente para favorecer nuestra coherencia interna. Aunque sea falsa, errónea o absurda, la damos como buena.

    Has oído hablar de ellos, seguro. Están en todas partes. Se llaman sesgos cognitivos, y caemos en ellos, o los practicamos de forma inconsciente a diario. Hay muchos errores de lectura, pero Miguel Jorge, nos describe los más

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  • El cerebro humano necesita confirmar lo que entiende como realidad, y por ello tendemos a infravalorar las pruebas que contradicen nuestras creencias o a sobrevalorar aquellas que las confirman. Nuestro cerebro, no puede sostener la incongruencia, así que hará todo lo posible para justificarse.

    El problema radica cuando identificamos nuestras creencias con nuestra identidad. Si es así, cambiar de opinión significa cambiar algo de nuestra identidad, cosa que no podemos asumir. Ozan Varol lo explica maravillosamente, aquí un esbozo de su artículo.

  • "Yo soy yo y mi circunstancia (y si no la salvo a ella no me salvo yo)" es una de las frases más conocidas del gran ensayista y filósofo José Ortega y Gasset.

    Si partimos de esta premisa, deberíamos también aceptar que para cada ser humano la vida toma una forma concreta y determinada, que se construye así misma de acuerdo a diferentes circunstancias.

    Y si vamos un poquito más allá, entonces podríamos decir que la realidad (o la vida) como concepto en sí misma no existe; existe a partir de nuestra mirada subjetiva y circunstancial. No hay verdad única, hay tantas verdades como miradas (o formas de mirar).

    Hablando en plata: Tu mapa no es el territorio querid@, por mucho que te pese. Lo que tu asumes como "normal" o "lógico", no lo es para tu vecino. Y cuando antes entiendas esto, mejor te irá en la vida.

    Ortega y Gasset lo explica bellamente en El tema de nuestro

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  • Cansados sobre el mal uso de la física cuántica por parte de sujetos sin formación en esta ciencia y la apropiación indebida de sus fundamentos básicos en manos de terapias alternativas, Sonia Fernández-Vidal y Francesc Miralles se embarcaron en la escritura de Desayuno con partículas, con la voluntad de esclarecer y  acercar al lector de a pie los entresijos de la misma.

    Aun después de más de un siglo de su desarrollo, la física cuántica, sigue resultando incomprensible para la inmensa mayoría de los mortales -e incluso para muchos científicos- ya que gran parte de sus principios y teorías desafían la lógica humana. Si no lo pillas, tranquilo, es normal.

    En este artículo, Francesc Miralles, se enfrasca en trasladar cuatro lecciones de la física cuántica que nos pueden pueden ser útiles para el maravilloso arte de vivir.

    Desde

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